jueves, 22 de marzo de 2012

Los posibles caminos de la música

En una de las primeras reuniones en las que participé con los amigos de la Akademia (link pendiente) fui invitado a hacer una sesión de música para compartir con ellos. Después de mucho pensar (bueno, tampoco tanto...) decidí que, entre las múltiples opciones disponibles. un buen hilo conductor de la escucha podía ser mostrar los cambios de curso en el camino de la historia musical a través de ejemplos de composición o interpretación.

El encuentro se llamó "Las músicas que cambiaron el mundo" y los ejemplos, sin seguir un estricto orden cronológico y sin distinción de géneros, intentaron ejemplificar algunas de las innovaciones y sustanciales cambios de dirección que marcaron lo que conocemos como la historia de la música.

Así, con breves introducciones y anécdotas, tuvimos la oportunidad de compartir Mozart, Wagner, el jazz, Piazzolla, la bossa nova, los Beatles...

Como pequeño ejemplo de este recorrido, baste mencionar la historia que contaba Vinicius de Moraes acerca del inicio de la bossa nova, cuando los "nombres" de entonces (Vinicius, Tom Jobim, etc.) se reunían habitualmente en el legendario "Castelinho", inquietos en la búsqueda de las nuevas formas de la música brasileña. Y cómo un menudo y tímido muchachito que a veces aparecía por ahí, un día se animó a tocar delante de ellos y cómo, después de escucharlo, Jobim dijo "Señores, es esto...". Ese muchachito se llamaba Joao Gilberto.

Sin duda, la limitación de tiempo hizo que la "muestra" fuera acotada, pero de todas maneras la experiencia fue valiosa y creo que el impacto emocional, que es en realidad lo que más importa, fue profundo. Tanto es así que me animé a concluir el encuentro con la escucha de "Metamorfosis" de Richard Strauss, que si bien caía fuera de los límites del marco de referencia (músicas que cambiaron el mundo), me pareció que podía ser un cierre contundente por la tremenda carga emotiva de la obra.

A lo largo de toda la sesión, pude apreciar en las caras de mis amigos cómo la escucha guiada les abría insospechados paisajes y conseguía cautivarlos, no porque fueran, como en algunos casos, músicas desconocidas sino porque, más pronto o más tarde, iban consiguiendo cambiar el "modo" de la escucha y después ya era diferente el brillo en sus ojos.

domingo, 11 de marzo de 2012

Cómo ponerse...

Hace muchos años, estando en casa con un buen amigo, empresario de mudanzas y especialista en mover pianos, le pedí que llevara un piano vertical desde una habitación de la casa a otra. Accedió, como siempre de buen grado, y con una sonrisa algo enigmática me dijo que podíamos hacerlo en ese mismo momento si yo me animaba a darle una mano. Lo miré con cara de incredulidad, pensando que lo decía en broma, pero él insistió, siempre sonriente, que la cosa iba en serio.

Trajo los elementos de su camioneta y confiando en él, como siempre lo hice, dejé que me pusiera el arnés y que colocara el gancho debajo de uno de los extremos del piano, lo que me dejó un poco agachado. Siempre con una sonrisa, me preguntó si estaba listo y a su cuenta de tres intenté levantar el piano. Ni qué decir que no pude moverlo ni un milímetro. Ya a esta altura de los acontecimientos, la sonrisa de mi amigo Carlos se había convertido en franca risa...

Y se produjo el siguiente diálogo:
Carlos (entre risas) - ¿Qué hiciste?
Yo - Y... traté de levantar el piano.
Carlos - Pero hiciste una fuerza bárbara y te pusiste rojo como un tomate.
Yo - Bueno, el piano no es una pluma que digamos...
Carlos - Pero la cosa no es así, es mucho más fácil. Si te arrimas bien pegado al piano y después tratas de levantarte de a poco, el piano vendrá contigo.

Siempre amparado en la confianza, hice lo que me decía y, para mi enorme sorpresa, pude levantar el piano. No digo que sin esfuerzo pero con una naturalidad que aún hoy recuerdo como increíble.

La enorme lección, a la que siempre estoy agradecido, fue comprender que para abordar las cosas hay que aprender primero a colocarse de la manera adecuada. Y después lo asocié con la música, concluyendo que descubrir el "cómo ponerse" frente a la experiencia musical es la clave para una auténtica comprensión en profundidad.

Beethoven y la Quinta

A propósito de la anomia que progresivamente nos invade, es refrescante volver a oír el primer movimiento de la 5a. sinfonía de Beethoven, tal vez uno de los ejemplos de mayor perfección formal en el campo de la literatura sinfónica.

En el mundo que nos rodea vemos con harta frecuencia, demasiada diría, el diseño aluvional tan propio del posmodernismo, con su mezcla de elementos y colores de distinta génesis y paleta; y la resultante, como no podría ser de otra manera, son formas por demás arbitrarias y extravagantes, como si eso fuera garantía de modernidad e innovación.

En cambio, Beethoven nos muestra en ese primer movimiento cómo se puede desarrollar una "gran forma" a partir de una célula simple,

 
y su primera derivada,

 
para luego desarrollar y explotar todo su potencial interno. Bastante parecido a lo que hace la naturaleza, ¿verdad?

Y no es que este criterio se corresponda con fases históricas o movimientos culturales anteriores. Hay excelentes ejemplos de diseño integral en la primera mitad del siglo XX, en arquitectos como Frank Lloyd Wright

o Mies van der Rohe,
O hablando de tiempos actuales, en los criterios estéticos de Steve Jobs en Apple.


Y ahora volviendo a Beethoven, les comparto una magnífica versión de ese primer movimiento, a cargo de Bernard Haitink y la Orquesta del Concertgebouw.


Una joya de escritura y una joya de interpretación. Un placer para el alma.