viernes, 27 de julio de 2012

Las cosas por su nombre


Días pasados no pude menos que asombrarme al leer la noticia del premio que la Universidad Finisterrae otorgó a un grupo de alumnos, a propósito de un concurso de proyectos de interés social. El premio en cuestión era por la creación de una aplicación para teléfonos celulares, denominada “Trueque”, que permitiría a sus usuarios conocer al instante el valor de diversos objetos y mercancías, para ser trocados sin necesidad de dinero de por medio.

Hasta aquí podría parecer interesante, dado el aumento en los últimos tiempos de la modalidad de trueque en las capas medias de la población. Pero la sorpresa llega cuando uno se entera de que la idea central del proyecto es que se desarrolle en campamentos, con lo que uno se pregunta cuál será la posibilidad de los habitantes de campamentos de disponer de objetos o mercancías que “les sobren” como para trocar con otros habitantes, supuestamente en las mismas condiciones. Y la sorpresa aumenta a niveles de incredulidad cuando uno se entera que dicha aplicación solamente funciona en celulares de última generación...

La primera reflexión es acerca de si esos alumnos estuvieron alguna vez en un campamento y tomaron contacto con las terribles condiciones imperantes. O si alguna vez se interesaron en hablar con alguno de sus desafortunados habitantes. O si alguna vez se preguntaron qué sería lo primero que sensatamente haría alguno de ellos si cayera en sus manos un teléfono celular de semejante valor. O si pensaron alguna vez en cuántas cosas necesitarían tener esas personas, antes de la sofisticación que significa internet. Y de nada vale que se alegue que una compañía telefónica podría interesarse en proveer esa conexión como experiencia piloto. No es difícil imaginar adónde apunta esa compañía. 

Y la segunda reflexión, realmente preocupante, es que autoridades universitarias otorguen un premio así, en lugar de hacer revisar a sus alumnos la irrealidad de sus miradas, por decirlo de una manera suave, o en lugar de hacerlos visitar esos lugares de los que seguramente sólo han oído hablar y a los que no se han acercado ni en sus fantasías.

Pero quizás lo realmente patético de todo este dislate es darse cuenta que esta fase altamente tecnificada de nuestra cultura, con sus variada gama de recursos digitales (Twitter, Facebook, etc.), parece estar haciendo que, por ejemplo, esos alumnos y autoridades, así como tantísima otra gente, terminen creyendo que la vida pasa por sus teléfonos.

martes, 17 de julio de 2012

Anuncio: "Paseos musicales", taller con Ernesto Acher

En la inmensidad del espacio musical siempre se puede elegir un paseo lleno de posibilidades de descubrimiento y enriquecimiento emocional, del mismo modo que en una travesía por la enorme gama de paisajes que nos regala la naturaleza.


E igualmente que en un paseo, uno puede detenerse y contemplar largamente la inefable belleza del mundo sinfónico de un compositor, tanto como caminar y recorrer los vericuetos de las nuevas formas que aportó el siglo XX.


Y al igual que el paisaje, nunca se agota y siempre se renueva, por lo tanto no hay límite para explorar y reexplorar, profundizando cada vez más el conocimiento y, más importante aún, enriqueciendo la experiencia y la conexión emocional con ese maravilloso mundo que es la música, el último refugio de la poesía sin palabras.


PASEOS MUSICALES 1

EL FIN DEL SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL XX
Las vivencias de uno de los momentos más críticos del mundo occidental y su traducción en la música, haciendo también mención a otras formas artísticas.
  1. Apogeo y evolución del romanticismo
  2. Las poderosas intuiciones
  3. Caminando por el borde
  4. Los nuevos caminos
Grupos de 6 personas
Cuatro sesiones, los días jueves, de 19:00 a 21:00, a partir del 16 de agosto. ¡Inscríbete!
Costo del curso por persona: $ 80.000
¿Quien soy?