lunes, 25 de junio de 2012

Usted también diga...


Un hombre de avanzada edad visita a su médico y le plantea su preocupación por las lógicas dificultades que tiene en cuanto al sexo.
- Doctor, el asunto ya no funciona más...
-¿Y qué esperaba, hombre? - responde el doctor - Usted está por cumplir 85 años.
- Pero es que mi socio, que ya tiene 88, dice que tiene relaciones tres veces por semana.
- ¿Y cuál es el problema? Usted también diga...

Este viejo cuento ilustra una de las características más sobresalientes de la cultura actual, en la que el marketing ha reemplazado a la ética y la desaforada búsqueda de popularidad hace que la apariencia ocupe el lugar de la verdad. No es poco lo que contribuyen los medios masivos, como la televisión con esos atroces engendros de exhibicionismo, que no casualmente se dan en llamar "reality". No sé si muchos recuerdan que esos engendros son patéticos derivados comerciales de "1984", una aterradora obra futurista de George Orwell (que tuvo una excelente versión fílmica precisamente en 1984), que en la figura del "Gran hermano" presenta al siniestro personaje que conduce y digita la constante escritura y reescritura de la historia. El pasado deja de tener entidad y sólo importa el relato mistificado de un ayer inventado que convierte la vida en un eterno presente con cuestionables posibilidades de futuro. Creo que cabría preguntarse cuán lejos o cuán cerca estamos de ese escenario.

Figuras de la farándula que se escudan en la cirugía, no para ser sino para parecer; políticos de todos los sectores que se llenan la boca criticando lo que ellos mismo hicieron en otro tiempo; sacerdotes que frente a fotos comprometedoras aducen "amistades de infancia"; presidentes y funcionarios tratando de disfrazar con palabras un dudoso pasado pro dictadura.

En fin, usted también diga...

viernes, 1 de junio de 2012

Una visita imperdible

Hasta el 15 de julio, en el salón de exposiciones de la Corporación Cultural de Las Condes (Apoquindo 6570), se exhibe la muestra "Pintura eterna", con obras de Pedro Lira.
Creo que es un paseo ineludible, y seguramente memorable, por la obra de quien considero el máximo exponente de la pintura chilena tradicional. Una a una, las imágenes deleitan por la maestría del trazo sereno y conmovedor, a no dudar obediente reflejo de una mirada cálida y hasta diría benévola, pero no por eso menos penetrante y certera. Tal vez en los paisajes esa mirada resulte un poco más distanciada y algo inclinada a la "representación", pero cuando aborda personajes y sus escenas, especialmente con la figura femenina, es cuando el contacto se hace intenso y el relato afectivo captura.

De cuño romántico, encontramos ecos de la luz goyesca en "Escena en la playa"


o reminiscencias de los maestros franceses en "La lectura interrumpida".




Y a pesar de su manifiesto desapego de las tendencias europeas de fines del siglo XIX, no podemos dejar de apreciar destellos impresionistas en esta escena



Pero sin duda, los dos puntos de mayor atracción de la muestra son la intimidad y la ternura de "El Pelusa"




y la sobria emoción, contenida y dramática, de "La carta de amor": una obra maestra.



En suma, una visita imperdible.